El impresionante edificio, construido en 1929 y representativo de la arquitectura Beaux-Arts, ha conservado su carácter histórico incluso después de su completa renovación, aunque se le ha dado nueva vida a su interior y exterior. La terracota de las fachadas es de color claro, lo que resta peso al compacto edificio y lo hace atractivo. La vista exterior también es emocionante y variada gracias al uso de elementos de mediano y gran formato, algunos horizontales y otros verticales, que muestran diferentes estructuras de superficie: Los paneles horizontales en tonos claros y oscuros son acanalados y tienen un acabado natural, mientras que los verticales tienen un perfil fino y un esmalte blanco de doble cocción que incluye los bordes acristalados.